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Dieta cetogénica

Rocío Práxedes. Dietista-Nutricionista

La dieta cetogénica aporta pocas calorías que provienen mayoritariamente de alimentos grasos, porque es baja en proteínas y muy baja en carbohidratos.  Para diseñarla se utilizan alimentos naturales, y a veces se prescriben suplementos como los triglicéridos de cadena media. 

Se puede aplicar en situaciones especiales como la epilepsia que no responde a otros tratamientos, el Alzheimer, el Parkinson, el glaucoma, algunos trastornos metabólicos y también para perder peso cuando no han funcionado  los procedimientos habituales. 

 Y no puede ser aplicada a cualquier paciente, porque está desaconsejada en enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal, la insuficiencia hepática, problemas respiratorios y cardiovasculares, trastornos alimentarios, trastornos mentales graves, ciertos trastornos metabólicos y enzimáticos, reñida con el uso simultáneo de algunos fármacos, y evitarse en etapas de la vida como el embarazo, la lactancia, o el adulto mayor frágil. 

Entre los efectos adversos comunes están la deshidratación, la hipoglucemia, la halitosis, los malestares gastrointestinales, la hiperuricemia, y la alteración del perfil lipídico (colesterol y triglicéridos en sangre), además hay una producción elevada de cuerpos cetónicos que pueden conducir a una situación de acidosis metabólica o alteración del pH sanguíneo que pone en riesgo la salud, por lo que debe monitorizarse en un entorno hospitalario. 

 Es verdad que la dieta cetogénica reduce el apetito, pero una parte importante de la pérdida de peso ocurre a expensas de masa muscular y agua corporal. 

Limita mucho el aporte de frutas, vegetales y lácteos. 

Si está mal diseñada, puede suponer un consumo alto de grasa saturada. 

Por sus restricciones, es muy difícil la adherencia. 

Por sus carencias nutricionales y sus efectos indeseables, no puede mantenerse en el tiempo. 

Los profesionales sanitarios tenemos que buscar métodos para bajar de peso que protejan la salud, mejoren la adherencia al tratamiento y generen un cambio de hábitos. Este y otro tipo de dietas tan restrictivas pueden estar indicadas en situaciones clínicas e individuos muy particulares, pero no es el primer tratamiento de elección ni puede dirigirse a todo el mundo. 

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